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MERCADOS AGROECOLÓGICOS
EN BOGOTÁ

     En 2017 se implementó en Colombia el famoso Impuesto Nacional al Consumo de Bolsas Plásticas. Este tiene como objetivo principal desincentivar el consumo de bolsas plásticas y así, ayudar a mitigar el impacto ambiental. No es un tema menor; una bolsa plástica puede tomar hasta 200 años en degradarse, se trata, entonces, de 200 años de contaminación al ecosistema. Es por ello que, cobrando por cada bolsa, se busca cambiar el hábito de los colombianos a la hora de realizar sus compras, especialmente, el mercado. Al parecer esto ha funcionado.  De acuerdo con el ministro de Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo, hoy en día los colombianos están usando al mes casi la mitad de las bolsas plásticas que utilizaban antes para cargar los productos del supermercado: de 25-30 bolsas plásticas mensuales, ahora utilizamos de 15-18. El asunto con los supermercados es que las bolsas destinadas a la sección de frutas y verduras no entran en las cifras ni en el impuesto. Tampoco se ha hecho un control sobre el uso de las bandejas de Telgopor y el papel plástico que envuelve varios alimentos. La ironía está en que las grandes cadenas como el Grupo Éxito, Jumbo-Cencosud y Ara tienen toda una sección dedicada al compromiso medioambiental dentro de sus promesas de valor, cuando, la huella de carbono, los desperdicios y los químicos detrás de sus alimentos siguen ahí. 

     Parte de las nuevas tendencias de consumo están encaminadas a la responsabilidad social. Aquí es cuando se entiende que el hacer mercado no solamente es llevarse un producto de una góndola de un supermercado para ser consumido, sino que el proceso de producción detrás de este debe decirle al usuario mucho más. Así es como se ha puesto la mirada sobre procesos sostenibles, responsables no solo con la tierra, sino de los componentes sociales y económicos que lo rodean. La agroecología, base de los nuevos servicios sostenibles para hacer mercado, apuntan a la producción de alimentos orgánicos en los cuales no se emplean insumos agroquímicos ni externos que sean nocivos para la salud humana o ambiental. De esta forma, la relación con el ambiente no es lineal, sino cíclica. Tan fácil como que el uso sostenible de los recursos naturales garantiza la estabilidad de este mismo sistema. 

No falta el que diga que en algunos supermercados de cadena también existe toda una línea orgánica. Sí, es verdad. Hasta tienen sellos internacionales que los verifican. Lo mismo se puede decir de algunas plazas de mercado. La diferencia con los mercados agroecológicos está en el trato entre todos los miembros de la red de trabajo. Es un trato humano. Los mercados agroecológicos se mueven dentro de cadenas cortas y solidarias, es decir, se trabaja conjuntamente entre los productores locales y los mercados. No buscan competir contra las grandes cadenas, sino que quieren acercar al consumidor a los productores. La intención es eliminar a los intermediarios innecesarios que amenazan la posibilidad de tener precios justos para todos.

     En Bogotá existe una red de mercados agroecológicos que cuenta con más de 200 familias campesinas produciendo y negociando directamente con los mercados. Estas familias reciben apoyo técnico en temas de comercialización y contabilidad, así como ayuda para conseguir certificaciones y conectar con posibles clientes. Mientras, ellos aportan sus sabidurías campesinas, sus tradiciones, el fruto de sus tierras y la preservación de la cultura colombiana. Awana, un mercado agroecológico ubicado en Tabio, explica que su intención principal es dar a conocer las prácticas culturales que se han venido transformando en el tiempo en torno al cultivo y el conocimiento de la tierra. Este mercado realiza campamentos para niños donde se trabajan sus habilidades blandas a través de la realización de proyectos agroecológicos, como el trabajo en la huerta. Así se involucra a los menores en la educación ambiental. Se trata de un sistema gana-gana.  

     Entre las certificaciones que tienen estos mercados agroecológicos para garantizar la calidad del producto y el proceso, está el Sistema Participativo de Garantías (SPG), que es revisado todos los años a través de visitas a los mercados y sus planes estratégicos. A su vez, están vigilados por uno de los organismos de certificación acreditados en Colombia para asegurar que sus alimentos son verdaderamente orgánicos. Todo para brindarle tranquilidad al consumidor. 

El poco conocimiento de cómo funcionan estos mercados hace que pasen desapercibidos o sean víctimas de prejuicios. Entre ello se cree que el comprar de tierras agroecológicas no solamente es más costoso, sino que requiere de un viaje a las afueras de la ciudad. No es así. Sembrando Confianza es un mercado agroecológico que trabaja con una red de 85 productores ubicados en 15 municipios que incluyen Bogotá y sus alrededores. Este, a través de su página web, permite la compra del mercado en línea y son entregados a domicilio bajo la política de plástico cero en sus envoltorios. Hasta los pagos se pueden realizar por la web. Así mismo pasa con La Canasta, que entrega pedidos los miércoles por toda Bogotá; y Awana. También existen los mercados agroecológicos tipo feria que sí requieren un desplazamiento del usuario al lugar —tal cual como se llega a un Carulla—. Entre estos están el Mercado de la Tierra- Slow Food Colombia y el Mercado Agroecológico Tierra Viva.  

     Sí, estos mercados son escasos. No hay uno en cada esquina como ocurre al encontrarse con un D1, o un Éxito Express. Aquí va otra ironía, los mercados agroecológicos no son ampliamente consumidos porque no se conocen y no se conocen porque son poco consumidos y a su vez, no reciben apoyo de la ciudadanía ni del Estado ni de los medios. Al optar por estos mercados verdes como alternativa sostenible de consumo no solo se está apoyando al campo colombiano y garantizando una alimentación realmente nutritiva, sino que también se está haciendo una diferencia real frente a las intenciones de disminuir los plásticos y otros materiales que ponen en riesgo constantemente la estabilidad del planeta. Puede que esto no esté dentro de las prioridades de los grandes supermercados, pero sí debería estarlo entre la de los consumidores. Las opciones ya están ahí. 

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