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SIMÓN EL GASTÓN

Simón el gastón es un niño muy, pero muy gastón. Gasta dinero, gasta comida, gasta agua y gasta luz.

En las mañanas juega durante horas mientras se baña, juega con sus carros y no le importa si el tiempo pasa, ni lo que le digan sus papás.

En las tardes, usa su ipad, pero también prende el computador, el televisor y deja conectados todos sus aparatos sin importar si los usa o no.
Le gusta hacer maldades y molestar a los demás, usa una pistola de agua para mojar a los gatos de su barrio y moja bolas de papel para lanzarle a los vecinos que pasan frente a  su casa. 

Simón el gastón cambia su cepillo de dientes todos los días porque siempre encuentra uno que le gusta más y bota el que ya usó. Es un niño muy inconsciente al que poco le importa el ambiente. 

Simón el gastón un día salió a caminar por el parque, iba, como siempre, con actitud rebelde e indiferente con los demás. En el camino pisó un caracol y ni cuenta se dió, se tomó una bebida que al lago botó y siguió caminando sin apreciar el paisaje que tenía a su alrededor. Durante su trayecto se tropezó con un objeto que lo hizo caer, era un duende hecho en cerámica. Este duende tenía una apariencia diferente a todos los demás, era de color verde y tenía unos ojos azules y penetrantes que hipnotizaban por unos minutos  al mirarlos fijamente. Simón, sorprendido con el duende, decidió llevarlo a casa y lo puso encima de su mesa de noche. 

 

Simón siempre duerme con la luz encendida, se preparó para acostarse a dormir y cuando cerró los ojos escuchó unos fuertes pasos a su lado. Él, muy asustado, se levantó de su cama para ver qué estaba ocurriendo y vio dos luces pequeñas que cambian de color, se quedó mirándolas fijamente y de un momento a otro cayó dormido en el suelo. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue al duende que recogió en el parque, pero a diferencia de antes ahora, ahora era  un duende real, de carne y hueso.  El duende le dio la mano para ayudarlo a levantarse y le dijo:

 

—Hola Simón yo soy Trupi, el duende de la naturaleza, y me han contado que eres un niño muy inconsciente con el medio ambiente. Esta noche haremos un viaje en el que conocerás los secretos que nadie más conoce y te harán cambiar tu manera de actuar.—

 

El duende chasqueó sus dedos y lo llevó a un lugar donde todo era oscuro, era un sitio frío y no se podía ver nada. Una luz amarilla empezó a alumbrar a lo lejos y Simón caminó hacia ella. Cuando logró acercarse se encontró un hada que estaba con su varita tratando de descomponer pedazos de basura apilada en muchas montañas que parecían nunca acabar. Tenía un aspecto físico de mucho cansancio, ojos dormidos, sus alas no se movían con tanta velocidad y su ropa estaba levemente rasgada. El hada, sorprendida, miró al  niño y le dijo: 

 

—No pensé que llegaras tan rápido, bienvenido a basuralandia. Aquí llega toda la basura que los humanos desechan, acá es donde las bolas de papel que le botas a tus vecinos, las bebidas que arrojas al lago y los cepillos de dientes que tiras diariamente, llegan, para que yo, el Hada Desintegradora de Residuos pueda hacerlos desaparecer y lograr que esa basura no siga contaminando el ambiente. Si no desaparezco esos desechos se contamina el aire que respiramos y muchos seres vivos podrían enfermar.
Siempre he protegido a la Tierra y a los humanos que habitan en ella, pero las personas arrojan tanta basura que ya no doy abasto yo sola y no tengo a nadie más que me ayude. Por eso luzco cansada, mi energía se está apagando de tanto trabajo y si ustedes no tratan de producir menos desechos no podré cuidar más al planeta.—

 

Trupi observó que la cara de Simón se entristecía al ver al hada tan agotada y angustiada, pero esta era solo la primera parada  del viaje y no había mucho tiempo, así que Trupi chasqueó sus dedos y lo llevó a otro lugar. Este sitio, a diferencia del primero, tenía mucha luz, hacía un sol intenso y era un lugar muy caliente. Estaban en un desierto y en él había un barco muy grande atrapado en la arena, Simón se acercó al barco y allí encontró  un pirata hecho de palo. 

 

—Yo soy un pirata que navegaba por los mares sin jamás detenerse, mi misión era luchar contra las personas que desperdiciaban el agua o trataban de contaminarla. El agua es un recurso que necesitamos para todo lo que hagamos, para construir cosas, para elaborar comida, ropa, y por supuesto, para beberla también. El humano no entiende lo importante que es el agua para el planeta y para la vida, gasta agua como si nunca se fuera acabar y por eso el mar en el que estaba navegando se ha secado. Así como tú tardas horas bañandote y mojas a los gatos con tus pistolas de agua, muchas personas malgastan tan necesario recurso. Ahora que estoy estancado en el desierto no puedo seguir limpiando el agua de los mares y sin mí no sé lo que podría ocurrir con ella. Simón, debes tratar de no ser más un gastón, si tú y los demás cambian yo podré volver a navegar con mi barco y este mar dejará de ser un desierto.—

 

Simón se quedó sin palabras y empezó a pensar en todas las veces en las que él desperdició agua. Sin embargo, Trupi no lo dejó ni responderle al pirata y chasqueó sus dedos de nuevo para llevarlo a la siguiente parada, la última del recorrido. 

 

Aparecieron en un lugar conocido para Simón, estaban en su cuarto y él no entendía por qué. El duende volvió a chasquear los dedos y de un momento a otro ambos cambiaron de tamaño, se volvieron diminutos como una pulga. 

 

Entonces, trupi le dijo: 

 

—Ahora vas a conocer a nuestro último ser mágico de la naturaleza, él está en todas las casas del mundo y vive detrás de las paredes donde nadie lo puede ver. Tiene mucha energía, se mueve muy rápido y te recomiendo no tocarlo porque podría darte un fuerte choque eléctrico. Sígueme y sabrás de lo que te hablo.— 

 

Trupi entró por los huecos de la toma eléctrica de su habitación y Simón, aunque le dio un poco de miedo, lo siguió con valentía . Cuando ya estaba en el interior, vio a alguien con una silueta amarilla que irradiaba luz, tenía una cara muy tierna con ojos grandes, y a pesar de que su cuerpo era muy pequeño, tenía unos brazos muy largos. Esa silueta se acercó a Simón y le dijo: 

 

—Tu debes ser Simón el gastón, siempre hemos estado cerca aunque nunca nos hemos podido ver. Tengo que confesarte que tú me has puesto mucho trabajo hace mucho tiempo. Yo soy Electrín y cumplo un papel muy importante en este mundo, soy el que se encarga de desconectar todos los aparatos eléctricos que la gente deja conectados en sus casas cuando no los están usando. Si alguna vez dejaste algo conectado y al rato lo encontraste desenchufado quiero decirte que no fue ni tu mamá ni tu papá quien los desconectó, fui yo. Me acerco a las tomas eléctricas desde el otro lado de la pared, es decir, desde el lado en el que estamos tú y yo en este momento, y las empujo hacia afuera para desconectarlas y así evitar que el consumo de luz sea tan alto a nivel mundial. Si hay mucho consumo de luz afectamos los recursos naturales como el agua, el viento y los suelos, y estoy seguro que lo último que quiere la humanidad es acabar con sus recursos, aunque algunas veces pareciera que no les importara, pues no cuidan mucho el medio ambiente. La gente deja aparatos conectados cada vez más y por eso mi trabajo se ha ido volviendo mucho más difícil, hasta el punto en que mis manos ya no pueden trabajar. De tantos aparatos que tengo que desconectar se me han quemado las manos y no he podido seguir trabajando, eso quiere decir que todo lo que las personas dejen conectado seguirá estándolo, al menos hasta que yo me recupere de mis quemaduras.— 

 

En ese instante Simón le pidió perdón, sabía que le había dejado mucho trabajo a Electrín y que en parte era su culpa que tuviera las manos quemadas. Sin poder decir más, Trupi lo tomó de la mano, lo miró fijamente y chasqueó por última vez sus dedos. Volvieron  a su tamaño original y estaban dentro de su habitación. Trupi le dijo entonces: 

 

—Simón, esta noche conociste los secretos que nadie más conoce, fuiste elegido por mí ese día en el parque por una sencilla razón: si tú, siendo una persona que no cuida el medio ambiente logra cambiar, la humanidad tiene salvación y de esta manera, el planeta Tierra podrá conservarse con toda la magia de la naturaleza que nos habita. Puedes contarle a todos tus amigos y familiares lo que vivimos en esta encantadora noche y posiblemente podrás inspirar a otros. Esto fue todo por hoy mi querido amigo, fue un placer habernos tropezado en el camino.—

 

Simón abrió sus ojos y se despertó en su cama, de lo que parecía haber sido un sueño, miró a su alrededor y el duende seguía en su mesa de noche, trató de hablarle y no le respondió, lo tocó y no era de carne y hueso sino de cerámica. Era como si nada hubiera pasado. Confundido, Simón decidió seguir durmiendo, apagó la lámpara de su cuarto y se preparó para recibir el día que viene. 

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